Ahora bien, una de las virtudes a las que se trata de llegar en el Budismo es La Serenidad. Una persona es serena, cuando se le observa apacible, de trato dulce, en paz. La serenidad es una sensación de bienestar que nos permite ver desde una optica tranquila las cosas que suceden a nuestro alrrededor. Una persona serena logra pensar antes de decidir y no se siente demasiado asustada, preocupada o ansiosa por el porvenir. No se aferra a la infelicidad del pasado, ni fantasea con la posibilidad de cosas malas en el futuro, al contrario disfuta de la vida y piensan que podrán superar los problemas, los cuales no se espera que se arreglen solos, simplemente se trata de actuar de acuerdo a lo que uno crea mejor para sí mismo y afrontarlo.
Adquirir serenidad requiere de un trabajo personal, hay que aprender a enfrentar las pérdidas y la adversidad. Es preciso tener en cuenta la importancia de vivir aquí, ahora y con lo que existe, y cambiar si es necesario.
El temple de las personas se demuestra estando serenos cuando las circunstancias son adversas, hay que aceptar que conseguir todo lo que deseamos y pronto, es algo que no siempre está a nuestro alcance.
Tal vez uno de los secretos de la felicidad es vivir en función de los que nos ofrece el momento presente. Vivir no es suficiente, hay que tener conciencia de que se está vivo. Nadie puede darnos la felicidad, esto es más cuestión personal que de acontecimientos favorables. No hay nada mejor que dejar de prestar tanta atención a lo que viene de afuera, es más importante apreciar más nuestro equilibrio interior. Pensar que nada nos puede quitar la paz interior, esta nos da el mejor de los dones, la capacidad de volvernos más contemplativos. La serenidad valora más el presente que el futuro y nos permite ser felices y hacer felices a quienes nos rodean.
No hay comentarios:
Publicar un comentario