Quizás te estás esforzando en obtener logros materiales y éxitos laborales… ¿pero has tomado conciencia de que nada te llevarás al otro lado?
Si lo único que acumulas a lo largo de tu vida son coches, casas, y posesiones materiales, cuando llegue el día final, al que todos vamos a llegar, sentirás que no has vivido la vida.
Siempre me sorprende que, a medida que los hombres y mujeres que tienen éxito material se acercan a la vejez, empiezan a ser más serviciales, ha donar dinero, a crear fundaciones de beneficencia ¡en fin!
Observa a Bill Gates, e incluso las personas de mayor fama y riqueza en su juventud ¿acaso no has observado el patrón que la mayoría sigue? cuando se acerca su vejez, empiezan a ser más espirituales, y a crear fundaciones que sirvan a las personas, a los animales y al medio ambiente.
Descubren al acercarse el final de su vida, que lo único verdadero… es servir y ayudar a los demás.
En la obra “Fausto” de Goethe, se ve este patrón maravillosamente. Es una obra que Goethe empezó a escribir a los 20 años, la retomó a los 40 y la finalizó a los 83 años, poco antes de morir. Quería que fuera su obra maestra. Refleja precisamente lo que el sintió durante cada etapa de su vida… hasta poco antes de morir.
Fausto es un erudito, que se encuentra desesperado por no encontrarle el sentido a la vida, por no ser feliz.
En un acto de desesperación, le ofrece su alma al diablo a cambio de apenas un instante sobre la Tierra que le haga exclamar: “Este momento es tan gratificante que desearía prolongarlo para siempre”.
El joven Fausto experimenta de todo, vive sin límites al estilo de los jóvenes de la época de hoy; cuando es adulto, el diablo le da dinero, poder político, el amor de la mujer que él quiera. Pero no consigue ser feliz y sigue sintiéndose vacío.
Al final de sus días, ya en su vejez, ayuda a los demás a construir diques para recuperar tierras del mar para que la gente pueda vivir allí.
Es entonces que Fausto, después de ayudar a los demás, por primera vez logra decir en su vida: “Este momento es tan gratificante que desearía prolongarlo para siempre”.
Si de pura casualidad, estás buscando la felicidad a través de lograr riquezas, y no la has conseguido… Goethe te está diciendo porque.
Yo sé que no es fácil intentar siquiera ser feliz cuando no tienes seguro el sustento.
Ayudar es lo más sano que puedes hacer cuando sientes que no las tienes todas contigo. Por experiencia, sé que es lo mejor que puedes hacer.
Jesucristo dijo este secreto a sus apóstoles: “Quien quiera ser el mayor entre ustedes, tiene que ser el que más sirva de todos ustedes”.
Y esta reflexión la escribí, porque un amigo me compartió que su compadre, al que tanto quería, murió de un paro cardiaco y me dijo que él había dejado varias casas, coches, un salón de baile, camionetas… y me dijo “¡Pero nada de eso se lo pudo llevar a la tumba! ¡Todo se quedó aquí!”.
"De todas formas, desde el cementerio no se pueden hacer negocios", diría el creador de los pollos Kentucky.
Exacto. El único equipaje que te puedes llevar al otro lado, son los hermosos momentos que viviste, si obedeciste a los impulsos de tu corazón e hiciste lo que más querías, y no solo lo que te convenía.
Porque nuestro Dios y Padre se propone juzgarnos al final de los días de acuerdo a nuestras obras… nuestras riquezas no cuentan.
Comienza a hacer el equipaje que te puedes llevar al otro lado. Más vale que empieces a empacar tarde… que no llevar nada cuando el viaje te agarre de repente.
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